La adicción por las cirugías estéticas va mucho mas allá de lo que quizás podríamos imaginar.
Cada día son más las mujeres que pasan por el bisturí con el fin de parecerse a una muñeca de plástico. Ya no lo hacen solo para arreglar una fación que no combina con el resto del rostro o para recuperar su aspecto joven y reafirmar su autoestima; ahora, lo hacen para cambiar completamente su apariencia y convertirse en autenticas muñecas, como las famosas Barbie de Mattel.
Pero no todas ellas llegan a este punto: invertir más de 100.000 dólares en este objetivo.
Esta es la historia de Katella Dash, una mujer de Estados unidos que ha nacido hombre y comenzó con sus cirugías estéticas a los 23 años de edad cuando decidió cambiarse de sexo.
Después de ese momento, ha querido satisfacer sus deseos de verse cada día mas femenina y para conseguirlo ya ha pasado 7 veces por manos de cirujanos para modificar su aspecto y verse parecida a una muñeca.
Entre las operaciones realizadas se ha aumentado los pechos – muy notable a simple vista -, se ha retocado los labios, el mentón y los pómulos. Su apariencia ha cambiado por completo.
Ella misma se declara como una obsesionada por la cirugía plástica pero no reconoce el peligro y los riesgos de esto, sino que dice que es algo normal. Es mas, asegura que seguirá sometiéndose a cirugías estéticas. Por supuesto los médicos no aprueban esta decisión y la advierten sobre los futuros problemas de salud que podría provocarle. Pero nada de esto parece preocuparle ya que a pesar de los riesgos, ha decidido continuar con su objetivo.
Y si el caso de Katella Dash te parece algo increíble, déjanos contarte sobre Blondie Bennet quien además de realizarse cirugía estéticas para parecer una Barbie, también se somete a sesiones de hipnoterapia para reducir el nivel de inteligencia de su cerebro.
Ella es una californiana de 38 años que ya ha gastado más de 25 mil euros en operaciones para parecerse a una muñeca.
Ya se ha realizado 5 aumentos de pechos con resultados exageradísimos, al igual que sus labios sobrepasados de botox y su piel bronceada al máximo con aerosoles.
Desde pequeña quiso ser una Barbie y por eso tiño su cabello de color rubio y se compro un Corvette. Pero ahora de adulta, la obsesión ha podido con su razonamiento y hasta ha realizado sesiones de hipnosis para ser menos inteligente – si, menos todavía – de modo que solo tenga que preocuparse por ir de compras y ser bonita.
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