Aunque pueda parecerlo, las operaciones de cirugía estética no siempre tienen que ver con un capricho estético. Son muchas las personas que cada día tienen que hacer frente a sus complejos físicos, en muchos casos solamente visibles para ellos. Es lo que ocurre por ejemplo con la otoplastia. Los complejos relacionados con las orejas muchas veces acaban magnificándose, especialmente durante la infancia cuando el apodo que no suele faltar en ninguna clase es el de “orejón”, “el orejas”, “orejones”…
Es cierto que los tiempos han ido cambiando, pero las orejas de soplillo continúan siendo objeto de burla entre los niños en incluso ya en la etapa de la adolescencia, donde los complejos pueden agravarse aún más. Es por ello por lo que la otoplastia o cirugía de orejas es actualmente una de las más solicitadas. Y no solamente entre las personas mayores, sino en todas las edades. Los padres son conscientes del sentimiento de complejo que puede traerles a sus hijos y muchos visitan a los especialistas para poner solución al problema.
El problema es cuando son los padres los que se sienten mal porque su hijo no entra dentro de los cánones de belleza. Hay que saber diferenciar cuando realmente el problema está afectando al niño o a nosotros. En estos casos, no se recomienda realizar la intervención. Debe ser el niño el que realmente decida si quiere hacerlo o no.
Si es el niño el que lo pide, pude que la operación no la cubra la seguridad social. Es el psicólogo el que debe determinar si nos encontramos antes un complejo grave que pueda estar suponiendo un gran lastre para la socialización y el desarrollo personal del menor. Si la seguridad social no lo cubre, siempre se puede acudir a una clínica privada.
Otro de los motivos que puede llevar a esta operación de estética es la malformación congénita. Este tipo de casos si son por regla general cubiertos por la sanidad pública.
En cualquier caso, la otoplastia es una intervención sencilla que no entraña ningún riesgo y que no requiere de ingreso hospitalario y dura alrededor de 45 minutos. Se suele hacer una incisión detrás de la oreja, dejando una cicatriz casi imperceptible. A partir de esta incisión se remodela el cartílago, haciendo que se pliegue en los sitios adecuados. Los resultados son permanentes y no es necesario ningún retoque posterior.
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