La remoción de tatuajes mediante laser es un procedimiento no-quirúrgico muy efectivo que permite eliminar la tinta de los tatuajes cuando uno ya no desea tenerlos. A pesar de su efectividad se trata mediante varias sesiones para evitar dañar los tejidos que rodean el tatuaje.
Cualquier persona que tenga en mente eliminar de manera permanente su tatuaje deberá tener en cuenta que las posibilidades de éxito son mayores cuanto más oscuro sea el tatuaje, ya que colores como el verde o azul claros resultan más difíciles de quitar.
PROCEDIMIENTO:
El proceso requiere una correcta limpieza y desinfección de la piel además de anestesia local mediante un spray frío que reduce el dolor de manera inmediata para poder realizar el tratamiento láser sin ningún tipo de molestia. Una vez llevados a cabo los pasos preliminares, el láser es el encargado de, poco a poco, ir eliminando y extrayendo de la piel toda la tinta del tatuaje.
El numero de sesiones depende de la profundidad del tatuaje y, obviamente, del tamaño del mismo; deberán tener 30 días de diferencia para procurar que la piel se regenere tras la sesión anterior.
RECUPERACIÓN:
Tras cada una de las sesiones lo normal es sentir pequeños pinchazos, semejantes al de un alfiler, en la zona tratada.
Se aplicará una crema desinfectante acompañada de un vendaje y se procurará mantener la zona siempre limpia, ayudándonos de unas medicaciones específicas que el profesional recomendará.
La protección solar y las cremas cicatrizantes deberán aplicarse por lo menos 3 veces al día para evitar que la “herida” creada por el láser pueda infectarse.
RIESGOS:
Las quemaduras, hiperpigmentaciones, hipopigmentaciones, ampollas, edemas y cicatrices son algunos de los riesgos que el paciente puede padecer tras una o varias sesiones, aunque el porcentaje de casos en los que ha ocurrido es realmente reducido.
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