La cirugía estética resulta muy beneficiosa para mejorar la autoestima de los individuos y para resolver algunas malformaciones físicas que pueden alterar el estado de salud y la calidad de vida de las personas. Sin embargo, la frontera entre problemas de autoestima y problemas psicológicos es muy fina.
De ahí que muchas personas que se someten a operaciones de cirugía estética tengan, en realidad, algo mucho más complicado que un pequeño complejo con su cuerpo. He ahí cuando esta disciplina médica empieza a tener detractores y suscita debates.
¿Cuándo es necesaria realmente la cirugía estética?
La necesidad de la cirugía estética depende de cada individuo y, sobre todo, de cada profesional médico, de su diagnóstico. Por ello determinar si este tipo de intervenciones son o no realmente necesarias resulta mucho más complejo de lo que parece.
Lo que sí se puede afirmar es que, a priori, la cirugía estética no es perjudicial para nadie. Los profesionales médicos que la practican siempre revisan bien al paciente antes de recomendarle una intervención de este tipo, también psicológicamente.
No obstante la cultura actual, llena de estímulos visuales y en la que están apareciendo nuevos paradigmas físicos, lleva a los individuos a sufrir patologías obsesivas y de autoestima incluso inconscientemente. Algo que se puede apreciar en redes sociales como Instagram.
La denominada cultura del selfie existe de forma evidente tanto entre las personas adultas como entre los adolescentes y jóvenes. La edad, por supuesto, siempre juega un papel importante, sobre todo en la formación del yo y el autoestima. Sin embargo y debido a traumas o a problemas mal resueltos, este tipo de problemáticas se pueden alargar hasta la edad adulta.
La cirugía estética convertida en obsesión
El carácter obsesivo de algunas patologías psicológicas relacionadas con aspectos físicos, de complejos y autoestima, pueden suscitar una serie de intervenciones quirúrgicas excesivas. Por supuesto que el cirujano y médico juegan un papel importante en este punto, pero no siempre resultan fáciles de detectar estos problemas.
Muchas personas acaban sufriendo bien obsesión, bien algún tipo de TCA, bien depresión o cualquier otro trastorno relacionado con el aspecto físico. Todo ello acaba justificando, tras una serie de evaluaciones psicológicas, las intervenciones excesivas en lo que a cirugía estética y plástica se refiere.
De ahí que muchas mujeres y hombres acaben con problemas no sólo psicológicos, también físicos (atrofias faciales, por ejemplo) como resultado ya no de unos procedimientos mal realizados, sino de un exceso de ellos.
Esta realidad no sólo es resultado de una concepción errónea, un no-respeto por la cirugía estética, también se debe al poco respeto por ella que reflejan algunas celebridades. Muchas de estas también abusan de este tipo de intervenciones.
Si a esto le sumamos que muchas de estas personas faltas de autoestima son seguidoras de estas celebridades y reciben estos mensajes donde el lujo y la vida feliz se deben a su físico, el resultado es evidente.
Cambiar esta tendencia es muy difícil, pero no imposible. Quienes tienen un papel muy importante en este cambio son los profesionales médicos, los medios y los padres o futuros padres. Criar a sus hijos en una cultura sana con su cuerpo y autoestima es lo principal.
Igual que los equipos médicos: ellos deben aconsejar y evaluar a sus pacientes en todos los niveles. La psicología y la cirugía o medicina estéticas deben estar compenetradas en todas las fases del diagnósticos e intervención. De esta manera se harán diagnósticos precoces y se pondrá solución a un trastorno mucho antes de que éste desborde al sujeto.
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